No sé cómo pero llegué a esta página que no es un blog ni algo que se le parezca. Creo que es un libro porque está larguísimo y sin formato. Es una pena porque dice cosas interesantes pero no tiene una presentación amigable y es difícil de leer. Creo que sí es un libro. Bueno, ahí está citado, para darle su crédito. A continuación la parte que me gustó.
Cuando en 1967 ingresó en El Colegio Nacional, Octavio Paz dijo en su discurso: "El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna. Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción de crítica: nada hay sagrado o intocable para el pensamiento excepto la libertad de pensar. Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir, sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura. Inclusive diría que sin ella no hay sociedad sana. En nuestro tiempo creación y crítica, son una y la misma cosa".
Pero, con frecuencia, nos olvidamos de estas bondades de la crítica. Hace muchos años, Gabriel Zaid escribió: "En México somos incapaces de decirnos, amistosa, respetuosa o al menos inteligentemente, ciertas verdades. No tenemos práctica, no tenemos facilidad. Hacer, recibir o presenciar una crítica, la menor crítica, nos hace sentirnos mal. Nos hace entrar en crisis, y no en la crisis de una replanteamiento (que le daría sentido a la crítica) sino en la crisis de una explosión emocional. Parecería que el mundo se derrumba, que el cielo estalla en ‘melancolías y cóleras’ de insultos, truenos y tempestades; y que corre, no agua, sino sangre, inundándolo todo. Al final, queda, no todo más despejado, como sería de esperarse en un buen proceso crítico, sino todo manchado, rencoroso, infame".
Cuando en 1967 ingresó en El Colegio Nacional, Octavio Paz dijo en su discurso: "El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna. Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción de crítica: nada hay sagrado o intocable para el pensamiento excepto la libertad de pensar. Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir, sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura. Inclusive diría que sin ella no hay sociedad sana. En nuestro tiempo creación y crítica, son una y la misma cosa".
Pero, con frecuencia, nos olvidamos de estas bondades de la crítica. Hace muchos años, Gabriel Zaid escribió: "En México somos incapaces de decirnos, amistosa, respetuosa o al menos inteligentemente, ciertas verdades. No tenemos práctica, no tenemos facilidad. Hacer, recibir o presenciar una crítica, la menor crítica, nos hace sentirnos mal. Nos hace entrar en crisis, y no en la crisis de una replanteamiento (que le daría sentido a la crítica) sino en la crisis de una explosión emocional. Parecería que el mundo se derrumba, que el cielo estalla en ‘melancolías y cóleras’ de insultos, truenos y tempestades; y que corre, no agua, sino sangre, inundándolo todo. Al final, queda, no todo más despejado, como sería de esperarse en un buen proceso crítico, sino todo manchado, rencoroso, infame".
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