sábado, marzo 15, 2008

Cocinar

Cuando uno vive solo, cosas como ésta resultan bastante útiles. Cuando vivía en la casa de mis papás simplemente ignoraba esas secciones del periódico, no me interesaban en lo más mínimo... uno descubre cuánta sabiduría hay oculta en esas páginas hasta que se está harto de la pizza o se enfrenta la posibilidad real de la inanición.

¿Quién iba decir que me emocionaría tanto un batidor de globo o un sartén de teflón? No por el hecho de tenerlos sino por descubrir que de verdad resultan tremendamente útiles, es decir, no es como tener unas sábanas de algodón egipcio (que únicamente resultan una comodidad burguesa y ridícula) sino que son instrumentos absolutamente necesarios para cocinarse un omelette como Dios manda.

Después de superar la etapa inicial en la que se exploran todas las posibilidades de la comida rápida y congelada, uno descubre con cierto temor que tiene que enfrentarse a la cocina si no se quiere estar como marrano en engorda. Es una realidad dura pero que ayuda a forjar el carácter del solitario pues se piensa "si me lo voy a comer yo, pues por lo menos que me sepa bueno". Es en ese momento cuando te das cuenta de verdad de la dimensión del desafío: No puedes hacerlo al chilazo, no puedes hacerlo al aventón porque al final uno se lo va a comer. Y si sabe a los mil diablos, pues ni modo, te lo tragas. El orgullo va de por medio.

Cocinarse no es cómodo como salir a comer a un restaurante, levantar el teléfono y pedir algo, caerle de gorra a un amig@ o comer las sobras de ayer (o antier o el día antes de antier o el día anterior a ése. Sólo Dios sabe cuánta comida rezagada puede haber en el refri de cualquiera que se inicia en la vida independiente). Requiere de un gran esfuerzo por parte de uno y si uno pone todo el empeño en todas las otras cosas que hace en su vida ¿no debería poner el mismo entusiasmo al preparar los alimentos que habrá de comerse? Pues sí, claro que sí. Es lo mínimo que se debe hacer.

Todos los días aprendo algo. Comienzo a experimentar con la pasta y mis primeros resultados no han sido decepcionantes. Espero seguir mejorando y espero que Killerina me acompañe algún día, después de todo, gran parte de esta reflexión se la debo a ella y a esas interminables conversaciones acerca de cómo enfrentar los conflictos domésticos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
David(loud) dijo...

Sí, es verdad. Uno tiene que tragarse sus palabras. Recuerdo que cuando estaba en EEUU uno de mis compañeros dijo que podía comer pizza diario pero tres semanas después ya estaba harto.

Pro cierto, hoy prepararé pasta, espero que me quede bien.

;)