El otro día las señoritas que trabajan en el mismo lugar que yo estaban hablando acerca de un viejo establecimiento en el que servían unas enchiladas que dicen que estaban de miedo. Se estaban acordando porque dicen que ese lugar ya no existe, ya no sirven sus "enrolladas", cómo les dicen del otro lado del Suchiate, sin embargo ellas afirman que ese changarro tenía una fama muy bien acreditada por poner en el plato de los comensales deliciosas especialidades.
A mí me cuesta un poco trabajo creerlo porque en general la comida que he probado acá la preparan de modos muy extraños, demasiado caldosa, un poco grasosa y además uno es payaso para comer, pa' que más que la verda'.
El caso es que estaban discutiendo sobre las delicias de la cocina de Doña Pelos (o algo así se llamaba la fondita) cuando recordaron una de las brillantes estrategias de mercadotecnia que utilizaba la señora para atraer a sus clientes. En ese momento me quedó claro que uno no necesita ir a Harvard Business School ni hacer tal o cual MBA para tener éxito en el mundo de los negocios, ya uno trae en la sangre esa habilidad para vender.
Y es que esta señora ponía en su restaurante ¡películas de Kung Fu! Así es, la señora exhibía los más diversos títulos de la filmografía de Bruce Lee y otros actores del género para hacerse de clientes y la verdad es que si uno lo piensa, en realidad se trata de una gran estrategia. O a ver ¿Qué otra cosa hay mejor en el mundo que chingarse unas deliciosas enchiladas verdes con crema y queso mientras ve Operación Dragón? ¿Qué mayor gloria puede aspirar uno que atascarse unas suculentas enchiladas de mole mientras se observa cómo Bruce Lee le parte toda su madre a los malvados opresores de los chinitos?
De verdad que me hubiera gustado ir a ese lugar. En el clímax del género de Artes Marciales y con un buen menú seguro que esa fonda era lo máximo. Ya no me supieron decir por qué fue que quitaron el restaurante, supongo que tuvo que ver con que a Doña Pelos se le acabaron las películas y no supo ver el legado y la influencia del cine de Artes Marciales en otras obras de nuestro tiempo ¿O no estaría chingón ver Kill Bill y comerse unas enchiladas rojas con carne asada? ¡Uf! Ya me dio hambre.
A mí me cuesta un poco trabajo creerlo porque en general la comida que he probado acá la preparan de modos muy extraños, demasiado caldosa, un poco grasosa y además uno es payaso para comer, pa' que más que la verda'.
El caso es que estaban discutiendo sobre las delicias de la cocina de Doña Pelos (o algo así se llamaba la fondita) cuando recordaron una de las brillantes estrategias de mercadotecnia que utilizaba la señora para atraer a sus clientes. En ese momento me quedó claro que uno no necesita ir a Harvard Business School ni hacer tal o cual MBA para tener éxito en el mundo de los negocios, ya uno trae en la sangre esa habilidad para vender.
Y es que esta señora ponía en su restaurante ¡películas de Kung Fu! Así es, la señora exhibía los más diversos títulos de la filmografía de Bruce Lee y otros actores del género para hacerse de clientes y la verdad es que si uno lo piensa, en realidad se trata de una gran estrategia. O a ver ¿Qué otra cosa hay mejor en el mundo que chingarse unas deliciosas enchiladas verdes con crema y queso mientras ve Operación Dragón? ¿Qué mayor gloria puede aspirar uno que atascarse unas suculentas enchiladas de mole mientras se observa cómo Bruce Lee le parte toda su madre a los malvados opresores de los chinitos?
De verdad que me hubiera gustado ir a ese lugar. En el clímax del género de Artes Marciales y con un buen menú seguro que esa fonda era lo máximo. Ya no me supieron decir por qué fue que quitaron el restaurante, supongo que tuvo que ver con que a Doña Pelos se le acabaron las películas y no supo ver el legado y la influencia del cine de Artes Marciales en otras obras de nuestro tiempo ¿O no estaría chingón ver Kill Bill y comerse unas enchiladas rojas con carne asada? ¡Uf! Ya me dio hambre.
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