Han pasado siete meses desde que llegué aquí. Ya estoy más o menos habituado (¿o resignado?) a vivir en esta ciudad y a las cosas de todos los días. La casa se ha mantenido limpia gracias a Mary que viene los lunes y los jueves y se encarga de conservar las instalaciones en buenas condiciones. Podría mejorar algunos aspectos pero en general tiene un buen desempeño. Ya más o menos sé cocinar algo, ya sé qué comprar cuando voy al súper, el trabajo va bien, con algunos problemillas pero bien en general y ya tengo una rutina que me permite estar en una zona algo cómoda, segura.
El otro día estaba hablando con un señor que trabaja donde yo y me preguntaba que qué había hecho el fin de semana. Le contesté que había ido al cine, que había ido a comer, que me había pasado el fin de semana corriendo, leyendo, escuchando música y viendo la tele. Luego me preguntó que qué más había hecho y yo le dije que eso era todo, que en eso se me había ido el fin de semana.
- Ah, que bueno, pues ¿y con quién fue?
- No, con nadie, yo solo.
- Entonces anduvo solo, pues, ¿no salió con nadie?
- No. Yo solo. Solito.
- ¿Y por qué fue solo, pues?
- Porque... bueno, pues es que... ya ve... usted sabe, pues, uno a veces anda solo.
- Ah, qué bueno, pues.
Y siguió haciendo lo que estaba haciendo. Mientras yo me quedé parado pensando en por qué me hacía esa clase de preguntas.
Luego me puse a pensar en por qué le sorprendía que yo anduviera solo. Siempre he ido al cine solo. Siempre. Desde que tenía 14 años y me encanta ir solo. Honestamente creo que la gente que no va al cine porque no le gusta ir sola es una estúpida. Me he topado con un par en mi vida y son unos imbéciles. A la comida pues sí, también fui solo y ahí estuve sentado en un restaurante en una mesa yo solo y lo demás pues lo hice ahí en mi casa, acostado, leyendo el de Etgar Keret, escuchando el Surrender de The Chemical Brothers y el Alive de Daft Punk y viendo Rock of Love (es bueno, hehehe). Ahí en mi casa, solo y tranquilo.
Entonces fue cuando me cayó el veinte y pues digamos que me di cuenta que sí, estoy solo. Eso ya lo sabía y siempre lo he sabido pero lo que en realidad me soprendió es que sí, estoy SOLO. O sea, aunque hubiera querido invitar a alguien pues no hubiera podido porque estoy solo, yo solo aquí en este lugar.
Creo que el párrafo anterior no deja nada en claro. Lo que me sorprendió y lo que quiero decir es que después de siete meses de estar aquí me di cuenta de que no tengo ningún amig@. Bueno, decir un amig@ ya es mucho porque la amistad es algo que se cultiva durante muchos años y no en siete meses. El hecho es que en este lugar NO CONOZCO A NADIE. Aparte de las personas que me ha presentado G, y que son sus amigas señoras, NO CONOZCO A NADIE. No conozco a nadie, a ninguna persona, ni a mis vecinos, a nadie. En siete meses aquí no he hablado con nadie. Bueno, sí he hablado con la de la lavandería, con el cajero del súper, con el que corta los boletitos del cine, con la mesera del restaurante en el que desayuno los sábados... entonces, sí, no conozco a nadie. Estoy aquí yo solo. Si quisiera invitar a un amig@ al cine, a comer, a escuchar música, a jugar boliche, a tomar un trago, a correr, pues no puedo porque no conozco a nadie, a nadie, no tengo a quien invitar.
Pero no me estoy quejando ni estoy lloriqueando. Así estoy bien, estoy tranquilo yo solo. ¿Es normal? ¿Es mi personalidad? No sé. No sé si sea anormal o así sea yo pero estoy BIEN, ME SIENTO BIEN. No estoy deprimido ni triste ni bajoneado ni nostálgico ni melancólico ni nada. Estoy bien. No tengo amigos, no conozco a nadie pero estoy bien y me sorprende de sobremanera cuando la gente me pregunta algo y se sorprende de que sí, efectivamente, siete meses después no he hablado con nadie.
Creo que en general las personas tienden a sobrevaluar las relaciones humanas. Por supuesto que es importante relacionarse con los demás pero también se puede gozar de un perfecto equilibrio emocional y simplemente no conocer a nadie, o sea estar solo. En el fondo, creo, soy un solitario y por eso no sufro por no tener a mis amigos al lado ni pasármela en fiestas o en otras actividades.
No sé qué pensar, honestamente. Según yo, estoy bien pero los demás se empeñan en decirme que estoy mal.
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