Últimamente he estado padeciendo uno de los males que históricamente he asociado con el progresivo envejecimiento, un síntoma que sólo presentan los rucos, los que ya no gozan del vigor, la energía y la fuerza de nosotros los jóvenes.
Lo peor del caso es que alguna vez me burlé largamente del Gordito cuando confesó que había pasado toda la noche despierto sufriendo de este ominoso mal. Nunca imaginé que algún día sería yo el que lo padeciera. Ni siquiera veía lejano el día en que yo tuviera que preocuparme por algo así. Que se preocupen los rucos, como el Gordito, yo mientras puedo burlarme de ellos, pensaba con candidez.
Recuerdo que me reí en su cara y él me reclamaba que no era gracioso, que de verdad sufría terribles ardores, un fuego interno que le quemaba y le recorría todo el tracto digestivo. Un río de lava, fuera de cauce, violento, desbordado.
Me refiero a las agruras.
Yo nunca en mi vida había tenido agruras y, como dije, siempre asocié este mal con el inexorable paso del tiempo, con un achaque más de viejito. Como una consecuencia de sus desórdenes alimenticios, de sus excesos. Y no lo digo nada más por el Gordito pues es cierto que él tiene algunos momentos de mesura (jajaja). A lo largo de mi vida he conocido a varios que sufren de este mal y comparten las mismas características: atasques de comida, de bebida, de grasa, de alcohol, de cigarro, malpasadas y sí, son rucos, los años ya les pesan, se les acumulan en la espalda y los van cargando como una pesada piedra (por donde vivo hay una fábrica de blocks que se llama “Las Piedronas” y tiene un dibujo de Pedro Picapiedra. Esto nada tiene que ver con el tema pero quise mencionarlo).
Y ahora a mí me pasa esto. Pfff. Es cierto que me comí unas tostadas con salsa para cenar y que seguramente esa es la razón por la que ahora siento estas asquerosas contracciones que suben hasta la garganta pero antes podía zamparme unas enchiladas de mole para la cena y no tenía que preocuparme por eso, ni andar cargando pastillitas ni tomar nada. No estoy seguro pero creo que una vez el Ewok se tuvo que parar en una farmacia a comprar un remedio porque ya no aguantaba las agruras, jajaja.
No estaría tan preocupado si no fuera porque apenas el sábado me comí un alambre vegetariano y me cayó pésimo, llegué directo a la farmacia buscando un Alka Seltzer porque no podía con la acidez y la indigestión. Tantas veces me burlé de aquellos que sufrían de estos males y ahora soy yo el que no puede comer algo sin considerar si me va o no a provocar agruras, chale. ¿Será que ya estoy ruco? ¿Ahora sí de verdad me alcanzó el tiempo? Es cierto que todavía tengo buena retroalimentación cuando me calculan la edad pero no me puedo engañar a mí mismo, no me puedo mentir, sé que esto es en definitiva un evidente signo del paso de los años, no se es el mismo que hace cinco, seis, siete años.
Pero no me desanimo ni mucho menos. Por supuesto que no pienso acostumbrarme a las agruras, son horribles y asquerosas. No les pondré tanta salsa a las tostadas y no volveré a comer donde me sirvieron ese infame alambre. Y sólo como medida precautoria, me compraré unas Tums de bolsillo, por si acaso me asaltan las agruras en las altas horas de la noche, como ahora.
Lo peor del caso es que alguna vez me burlé largamente del Gordito cuando confesó que había pasado toda la noche despierto sufriendo de este ominoso mal. Nunca imaginé que algún día sería yo el que lo padeciera. Ni siquiera veía lejano el día en que yo tuviera que preocuparme por algo así. Que se preocupen los rucos, como el Gordito, yo mientras puedo burlarme de ellos, pensaba con candidez.
Recuerdo que me reí en su cara y él me reclamaba que no era gracioso, que de verdad sufría terribles ardores, un fuego interno que le quemaba y le recorría todo el tracto digestivo. Un río de lava, fuera de cauce, violento, desbordado.
Me refiero a las agruras.
Yo nunca en mi vida había tenido agruras y, como dije, siempre asocié este mal con el inexorable paso del tiempo, con un achaque más de viejito. Como una consecuencia de sus desórdenes alimenticios, de sus excesos. Y no lo digo nada más por el Gordito pues es cierto que él tiene algunos momentos de mesura (jajaja). A lo largo de mi vida he conocido a varios que sufren de este mal y comparten las mismas características: atasques de comida, de bebida, de grasa, de alcohol, de cigarro, malpasadas y sí, son rucos, los años ya les pesan, se les acumulan en la espalda y los van cargando como una pesada piedra (por donde vivo hay una fábrica de blocks que se llama “Las Piedronas” y tiene un dibujo de Pedro Picapiedra. Esto nada tiene que ver con el tema pero quise mencionarlo).
Y ahora a mí me pasa esto. Pfff. Es cierto que me comí unas tostadas con salsa para cenar y que seguramente esa es la razón por la que ahora siento estas asquerosas contracciones que suben hasta la garganta pero antes podía zamparme unas enchiladas de mole para la cena y no tenía que preocuparme por eso, ni andar cargando pastillitas ni tomar nada. No estoy seguro pero creo que una vez el Ewok se tuvo que parar en una farmacia a comprar un remedio porque ya no aguantaba las agruras, jajaja.
No estaría tan preocupado si no fuera porque apenas el sábado me comí un alambre vegetariano y me cayó pésimo, llegué directo a la farmacia buscando un Alka Seltzer porque no podía con la acidez y la indigestión. Tantas veces me burlé de aquellos que sufrían de estos males y ahora soy yo el que no puede comer algo sin considerar si me va o no a provocar agruras, chale. ¿Será que ya estoy ruco? ¿Ahora sí de verdad me alcanzó el tiempo? Es cierto que todavía tengo buena retroalimentación cuando me calculan la edad pero no me puedo engañar a mí mismo, no me puedo mentir, sé que esto es en definitiva un evidente signo del paso de los años, no se es el mismo que hace cinco, seis, siete años.
Pero no me desanimo ni mucho menos. Por supuesto que no pienso acostumbrarme a las agruras, son horribles y asquerosas. No les pondré tanta salsa a las tostadas y no volveré a comer donde me sirvieron ese infame alambre. Y sólo como medida precautoria, me compraré unas Tums de bolsillo, por si acaso me asaltan las agruras en las altas horas de la noche, como ahora.
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