Carlos: Está dura la violencia del narcotráfico, cada día más muertos, más ejecutados, más decapitados.
Carla: Sí, está fuerte.
Carlos: No pareces muy impresionada.
Carla: No sé. La verdad no leo mucho los periódicos ni veo noticias ni escucho el radio, prefiero el periódico pero tampoco soy muy fan, no es que no me interese...
Carlos: ¿Entonces?
Carla: Es que me deprime un poco todo eso.
Carlos: ¿La violencia, la corrupción?
Carla: No tanto eso. Es que me acuerdo de cuando era chica, de cuando era muy niña, era inocente, un poco ingenua.
Carlos: Mmm, no distingo claramente la relación entre tu niñez y los episodios violentos del crimen organizado.
Carla: Es una historia muy larga y algo boba, no vale la pena, me da un poco de vergüenza.
Carlos: ¿Por qué? Platícame, anda, estamos en confianza.
Carla: Pero promete que no te vas a reír. Debes jurarlo.
Carlos: OK. Lo prometo. No lo haré.
Carla: Verás. Cuando yo era chica estaba enamorada de Paco Stanley. Sé que es muy estúpido y poca gente lo sabe pero es verdad. Yo era su fan, me encantaban sus programas y muchas veces fui al foro de ¡Ándale! y luego al de ¡Pácatelas! Dos veces lo salude y le di un beso... hasta tenía sus discos de poemas, ese en el que recitaba El brindis del bohemio.
Carlos: ¿De verdad? Jajajá, no manches.
Carla: ¡No te rías! Me gustaba mucho ese poema y cómo lo declamaba, me enternecía mucho. Me gustaba la parte en la que decía:
¡Por mi Madre! Bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
Carlos: Ah, perdón. Lo siento. Sigue, no interrumpiré.
Carla: Para mí, Paco Stanley era todo. El Principio y El Fin, no había más allá. Lo admiraba tan profundamente; con cariño, con admiración, con respeto. Era gracioso de un modo en el que la gente no lo es ahora. Hasta cuando anunciaba los productos que lo patrocinaban tenía ingenio, no era un vulgar presentador de tele, como los que hay ahora.
Carlos: Sí...
Carla: En fin. Muchos de los recuerdos de mi infancia están ligados a él y cuando pasó lo que pasó...
Carlos: ¿Cuando lo mataron?
Carla: Sí, yo no tenía mucho conciencia de lo que pasaba pero siento que ahí se acabó mi infancia, cuando vi en el periódico la foto de Paco, masacrado, en su camioneta de lujo, en el estacionamiento del Charco de las Ranas, después de haber hecho su programa. No entendía nada, no sabía qué era un molino de cocaína ni para qué servía, bueno, no sabía ni qué era la cocaína. No entendía porqué en las noticias mencionaban una y otra vez el famoso molino. No entendía nada.
Carlos: Comprendo.
Carla: Fue el fin de mi infancia, sentí que algo dentro de mí desapareció por completo, me dí cuenta de cómo era el mundo en realidad, que ya no podía seguir siendo una niña para siempre, yo tenía 11 años cuando pasó eso. Ya voy a cumplir 20. Recuerdo que no me despegué de la televisión en mucho tiempo y devoraba toda la información que caía en mis manos, no creo que antes de eso siquiera hubiera tenido curiosidad por saber qué significaba "narcotráfico".
Carlos: Me acuerdo que la cobertura de los medios fue tremenda, no se hablaba de otra cosa.
Carla: Creo que en parte por eso está generación es un poco cínica, la mía y los un poco más grandes que yo, no fue que dejaramos de creer en los Reyes sino que la fotografía de Paco todo baleado se quedó en el inconsciente colectivo, por eso todo esto del narco fue un poco nuestro despertar a la vida adulta y nos parece normal y cotidiano ahora. Mi teoría es que ese violento nacer al mundo de los mayores nos hizo un poco insensibles, no dimensionamos la violencia.
Carlos: Interesante teoría.
Carla: No por apáticos ni por malinformados ni por pendejos sino por Paco.
Carlos: Sí, todo por Paco.
lunes, enero 28, 2008
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