lunes, enero 28, 2008

Paco

Carlos: Está dura la violencia del narcotráfico, cada día más muertos, más ejecutados, más decapitados.

Carla: Sí, está fuerte.

Carlos: No pareces muy impresionada.

Carla: No sé. La verdad no leo mucho los periódicos ni veo noticias ni escucho el radio, prefiero el periódico pero tampoco soy muy fan, no es que no me interese...

Carlos: ¿Entonces?

Carla: Es que me deprime un poco todo eso.

Carlos: ¿La violencia, la corrupción?

Carla: No tanto eso. Es que me acuerdo de cuando era chica, de cuando era muy niña, era inocente, un poco ingenua.

Carlos: Mmm, no distingo claramente la relación entre tu niñez y los episodios violentos del crimen organizado.

Carla: Es una historia muy larga y algo boba, no vale la pena, me da un poco de vergüenza.

Carlos: ¿Por qué? Platícame, anda, estamos en confianza.

Carla: Pero promete que no te vas a reír. Debes jurarlo.

Carlos: OK. Lo prometo. No lo haré.

Carla: Verás. Cuando yo era chica estaba enamorada de Paco Stanley. Sé que es muy estúpido y poca gente lo sabe pero es verdad. Yo era su fan, me encantaban sus programas y muchas veces fui al foro de ¡Ándale! y luego al de ¡Pácatelas! Dos veces lo salude y le di un beso... hasta tenía sus discos de poemas, ese en el que recitaba El brindis del bohemio.

Carlos: ¿De verdad? Jajajá, no manches.

Carla: ¡No te rías! Me gustaba mucho ese poema y cómo lo declamaba, me enternecía mucho. Me gustaba la parte en la que decía:

¡Por mi Madre! Bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Carlos: Ah, perdón. Lo siento. Sigue, no interrumpiré.

Carla: Para mí, Paco Stanley era todo. El Principio y El Fin, no había más allá. Lo admiraba tan profundamente; con cariño, con admiración, con respeto. Era gracioso de un modo en el que la gente no lo es ahora. Hasta cuando anunciaba los productos que lo patrocinaban tenía ingenio, no era un vulgar presentador de tele, como los que hay ahora.

Carlos: Sí...

Carla: En fin. Muchos de los recuerdos de mi infancia están ligados a él y cuando pasó lo que pasó...

Carlos: ¿Cuando lo mataron?

Carla: Sí, yo no tenía mucho conciencia de lo que pasaba pero siento que ahí se acabó mi infancia, cuando vi en el periódico la foto de Paco, masacrado, en su camioneta de lujo, en el estacionamiento del Charco de las Ranas, después de haber hecho su programa. No entendía nada, no sabía qué era un molino de cocaína ni para qué servía, bueno, no sabía ni qué era la cocaína. No entendía porqué en las noticias mencionaban una y otra vez el famoso molino. No entendía nada.

Carlos: Comprendo.

Carla: Fue el fin de mi infancia, sentí que algo dentro de mí desapareció por completo, me dí cuenta de cómo era el mundo en realidad, que ya no podía seguir siendo una niña para siempre, yo tenía 11 años cuando pasó eso. Ya voy a cumplir 20. Recuerdo que no me despegué de la televisión en mucho tiempo y devoraba toda la información que caía en mis manos, no creo que antes de eso siquiera hubiera tenido curiosidad por saber qué significaba "narcotráfico".

Carlos: Me acuerdo que la cobertura de los medios fue tremenda, no se hablaba de otra cosa.

Carla: Creo que en parte por eso está generación es un poco cínica, la mía y los un poco más grandes que yo, no fue que dejaramos de creer en los Reyes sino que la fotografía de Paco todo baleado se quedó en el inconsciente colectivo, por eso todo esto del narco fue un poco nuestro despertar a la vida adulta y nos parece normal y cotidiano ahora. Mi teoría es que ese violento nacer al mundo de los mayores nos hizo un poco insensibles, no dimensionamos la violencia.

Carlos: Interesante teoría.

Carla: No por apáticos ni por malinformados ni por pendejos sino por Paco.

Carlos: Sí, todo por Paco.

miércoles, enero 23, 2008

Matus

Personaje 1: Creo que está enfermo el Matus.

Personaje 2: ¿Tu perro?

Personaje 1: Sí.

Personaje 2: ¿Qué tiene?

Personaje 1: Ha estado actuando muy extraño. Normalmente está de buen humor y anda haciéndole fiesta a todo mundo pero últimamente ha andado muy apático, nomás se la pasa de un lado a otro, luego se echa y se queda mirando largamente por la ventana que da a la calle.

Personaje 2: Pues llévalo al veterinario, si tiene la nariz seca seguro que está enfermo.

Personaje 1: Ya lo llevé y dice que está bien. Me dijo que está apático porque ya es un perro grande. Parece que de repente se le vinieron los años encima. Mi hermana le puso Matusalén porque decía que esas barbitas que tiene lo hacían ver viejo aunque sólo era un cachorro.

Personaje 2: Jajaja, esas barbitas se le ven cagadas.

Personaje 1: Sí, de hecho siempre las tuvo así pero ahora lo hacen ver más viejo, una época pensé en rasurárselas pero no, son parte de su personalidad. Míralo, ahí echado. Ahora cada que lo veo siento que me interroga con la mirada, que me cuestiona.

Personaje 2: ¿Ah, sí? ¿Y qué te dice?

Personaje 1: Siento que me pendejea; ahora que ya es grande es un perro sabio y siento que no lo comprendo. Siento que me quedé atrás. Todo el día está ocupado en mirar por la ventana. No sé qué carajos ve con tanta paciencia, ya no lo entiendo. Si le hablo, nomás voltea y hace un gesto como de no estés chingando y otra vez a la ventana.

Personaje 2: Está cabrón.

Personaje 1: Creo que fui muy ingrato al nunca conseguirle una novia, excepto por esa vez que nos los llevamos al Ajusco y se escapó con una perrita de un puesto de quesadillas, nunca supo lo que es el amor. Y ya ves que era bien caliente.

Personaje 2: A lo mejor es falta de sexo.

Personaje 1: No, ya está ruquito, ya nomás las ve pasar. Aunque igual es buena oportunidad para que se sienta joven otra vez, algo que lo reanime.

Personaje 2: Deberías poner un anuncio en el Segunda Mano, ahí yo he visto que buscan perros para cruzar.

Personaje 1: Yo no quiero que sea padre, nomás quiero una perrita que le haga compañía, ya
sabes... ¿habrá perras putas?

Personaje 2: No mames, que pendejo eres.

Personaje 1: Pues qué, igual es buen negocio. Se rentan perras acompañantes para perros solitarios.

Personaje 2: Definitvamente se prestaría a muchas confusiones y malas interpretaciones.

Personaje 1: Sí, tenemos que pensar en un mejor anuncio. Piensa en uno y me dices, mientras voy a sacar al Matus, creo que ya le enojo que estemos discutiendo su vida sexual.

Personaje 2: Va.

El personaje 1 le pone la correa a Matus, quien se incorpora lento y salen ambos por la puerta de atrás. El personaje 2 se queda mirando por la ventana, reflexivo.

domingo, enero 20, 2008

Soledad

En el hielo de la soledad es cuando el hombre, implacablemente, se siente como problema, se hace cuestión de sí mismo, y como la cuestión se dirige y hace entrar en juego a lo más recóndito de sí, el hombre llega cobrar experiencia de sí mismo.

Martin Buber.

sábado, enero 19, 2008

Entrega especial

Uno de mis dos lectores me pregunto acerca de uno de los primeros posts de este blog y como soy el peor blogger del mundo pero no me valen gorro los comentarios de mis dos lectores, aquí le va lo prometido a mi paciente y querida lectora.

Bigote

Ella: ¿No crees que tu bigote es demasiado?

Él: ¿Demasiado? ¿A qué te refieres?

Ella: Sí. Escandaloso... provocador, diría yo.

Él: ¿Tú crees? El otro día una que trabaja conmigo me dijo que lo tenía como de actor porno.

Ella: Jajajaja, no he visto muchas porno pero creo que sí.

Él: Fue chistoso porque luego acabamos platicando largamente acerca de las pornos que habíamos visto. Resulta que hasta compramos en la misma tienda, que casualidad.

Ella: ¿En serio?

Él: Sí. Es de las pocas mujeres que conozco que sí ve películas porno, o por lo menos que lo acepta abiertamente.

Ella: Bueno, es que a las mujeres nos gustan otras cosas.

Él: Ah, sí, claro, ella complementa con las películas porque su mayor afición son los juguetes.

Ella: Ya veo.

Él: Por lo pronto no me rasuraré el bigote, me ha generado buenos acercamientos con varias chicas. El secreto es mantenerlo bien recortado pero que no parezca totalmente arreglado, un poco desaliñado pero limpio, hay que mantenerlo libre de moronas y cosas por el estilo, por eso ya no como galletas porque las moronitas se me alojan entre los pelos.

Ella: Comprendo. A mi me parece que es un poco excesivo, no sé, como una declaración contra algo, contra el stablishment, una protesta contra la moral y las buenas costumbres, un bigote político, muy liberal. Que milita y defiende las causas justas.

Él: ¿De verdad? No lo había visto así. A mi ni me gusta el activismo. Soy más bien apático.

Ella: Ya veo.

Él: Entre las connotaciones fálicas y las políticas quién sabe a dónde vaya a acabar con este bigote.

Ella: Bueno, no dejes de informarme.

Él: Lo haré.