- Gordo: Pero, ¿Por qué no te gustan las tortas de milanesa?
- Flaco: No sé, no me gustan. Me gusta la milanesa con papas pero no me gustan las tortas de milanesa.
- Gordo: Pero si son buenísimas. Cómo puede ser que no te gusten. Cuando trabajaba en el semanario, diario me comía una torta de milanesa.
- Flaco: Pues sí y mira ya dónde vas.
- Gordo: Pero si no estoy tan gordo, es mi lonja del juicio. Además ese no es el punto. Creo que nunca había conocido a alguien al que no le gustaran las tortas de milanesa.
- Flaco: No sé. Es que creo que tengo un trauma de chiquito.
- Gordo: ¿En serio? ¿Por qué o qué?
- Flaco: Antes ahí por donde vive mi mamá había un puesto de tortas y cuando era chico y no me gustaba la comida que me dejaban preparada me iba al puesto y me compraba una Cubana o una Hawaiana o la que se me antojara.
- Gordo: Ajá.
- Flaco: Iba como en sexto de primaria. Y un día que mi mamá había hecho caldo de pollo, me salí al puesto y pedí una de milanesa y me acuerdo que me cayó muy mal. Y desde ahí no me gustan.
- Gordo: ¿Eso es todo? ¿Una mala experiencia y nunca más comerás de milanesa?
- Flaco: Bueno, aparte me caía muy gordo que en los menús que tenían pegados en el puesto escribían milanesa con zeta, milaneza, se veía horrible.
- Gordo: Ya veo. Sin duda eres un gourmet.
viernes, diciembre 14, 2007
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